El obrero también tiene derechos.

La madrugada de ayer saltaba la noticia en varios medios estadounidenses de que los Nets y los Mavericks habían alcanzado un acuerdo, que podía hacerse oficial de manera inminente, para el fichaje de Jason Kidd por la franquicia texana. Rápidamente muchas páginas comenzaron a hacerse eco de la noticia y a darle carácter de oficialidad aún antes de haber sido confirmada. En Triangulo Ofensivo somos partidarios de no dar por confirmada una noticia hasta que realmente lo ha sido, ética periodística lo llamo yo. Pues bien, mientras en varias webs podéis leer que Kidd es nuevo compañero de Nowitzki, la realidad es que esta mañana nos hemos levantado con la sorpresa de que, al menos de momento, Kidd va seguir en New Jersey.

Los motivos de esta ruptura del acuerdo se deben a un integrante del paquete que Dallas iba a enviar a New Jersey, Devean George. El jugador se ha negado a aceptar ser parte de este acuerdo y, al ser uno de los pocos casos en los que las particularidades de su contrato con los Mavs le permitían vetar un traspaso, texanos y neoyorquinos han tenido que apechugar de momento.

Personalmente, me alegra lo sucedido en este caso en un sentido, es el triunfo de la voluntad de un jugador (y además un jugador de clase media) frente a los intereses mercantilistas de las franquicias NBA. Porque, señores, esta es la mejor liga de basket del mundo, pero también es un negocio que rara vez respeta los sentimientos de los jugadores, por mucho que algunos piensen que con lo que cobran no deberían tener derecho a tenerlos. Porque con el sistema que impera en la liga, un jugador tiene la ventaja de que el contrato que firma con una franquicia se va a respetar hasta el final en el aspecto económico, pero a nivel deportivo, salvo contadas excepciones que ya explicaremos en otro post, el jugador NBA es una mercancía. Un jugador puede firmar un contrato con los Spurs, por poner un ejemplo, rendir y luchar por el anillo, y de la noche a la mañana ser traspasado al otro lado del país a una franquicia perdedora sin tener posibilidad de rechistar siquiera.

Porque estas últimas semanas todos los aficionados españoles nos hemos alegrado de que Gasol haya fichado por los Lakers, pero ¿que hubiésemos pensado si en lugar de aterrizar en Los Angeles hubiese sido traspasado, por ejemplo, a Miami?. Este sistema de traspasos no tiene en cuenta los sentimientos ni de jugadores ni de afición, con multitud de ejemplos. Me viene a la cabeza ahora el caso de Shane Battier, el jugador más querido por la afición de Memphis (por encima de Gasol sin duda), un ejemplo de jugador de equipo, la pieza que posiblemente mantenía cohesionado el vestuario de los Grizzlies, el denominado “jugador con más posibilidades de ser presidente de los Estados Unidos algún día”; pues bien, una tarde le llamaron a su casa y le dijeron: “haz las maletas, te marchas a Houston”.

Por eso, con mi mentalidad europea en la que el deporte implica algo más que dinero y marketing, me reconforta que de vez en cuando los jugadores 'de clase obrera' les salgan respondones a las franquicias, como el caso de este Devean George.

Eso sí, no os hagáis ilusiones, el sistema continuará tal como está y Kidd recalará más pronto que tarde en el equipo que le drafteó con el número 2 en 1994 y, ojo, no descartéis que este movimiento pueda significar la salida de Sergio Rodríguez de Portland. Al tiempo.